Es difícil encontrar un niño que al emitir sus primeras frases, entendidas como dos o más elementos con sentido y coherencia, lo haga perfectamente. Suele suceder que generalmente son los padres quienes primero entienden qué desea expresar y hacen de intérpretes o traductores del pequeño ante el mundo con el que interaccionar.
¿Pero cuándo supone un problema, a los dos, a los tres, a los cuatro años? Pues bien, supone un problema cuando aquello que el niño desea expresar y no es entendido le supera emocionalmente, supone un problema cuando los papas no logran entenderlo la mayor parte de las veces, supone un problema cuando ni por contexto o gestualidad se le puede entender.
Si tu pequeño, no tiene mayor dificultad (en boca, respiración, visión o audición) que su expresión te propongo tres tips a tener en cuenta:
- Asegúrate que es capaz de diferenciar sonidos. Aquellos que forman parte de su entorno conocido, para luego poco a poco ir ampliando hasta llegar a los sonidos del habla.
- Fíjate si es capaz a nivel motriz de imitarte: pasando por la motricidad gruesa hasta la más fina, antes de llegar a su boca o lengua.
- ¿Comprende aquello que le pides? Cosas sencillas como ten, dame. Hasta cosas más complejas como dos demandas seguidas que impliquen desplazamiento o movimiento de los objetos.
¿Cuándo es recomendable acudir a consultar? Según el desarrollo fonológico, los 7 años es la edad límite para tener todos los sonidos adquiridos. Y se desarrollan correctamente entre los 3 y 7 años. (Bosch, 2004)
Ahora bien, si encuentras que existen dificultades de comprensión, aparece mucha frustración o agitación antes de los dos años, o bien parece que no escucha cuando le estás hablando pero es capaz de oír perfectamente, no está demás que consultes con el pediatra para que explore y haga una derivación.
Si con tres, cuatro años el habla es ininteligible incluso para vosotros los padres, o es inexistente. O bien antes de cumplir los cuatro, son los demás a quienes les cuesta entender, todas o algunas palabras. Es conveniente que acudáis al especialista del lenguaje, el Logopeda, para que valore y trace las orientaciones y actividades a realizar o tener en cuenta con vuestro peque. En las edades de 2 a 4 años el trabajo siempre es de estimulación, de forma muy lúdica y global, para que me entendáis se centra en aquello que necesita sin que el niño note que os fijáis justamente en esas dificultades; preservar la autoestima, las ganas de comunicarse y trabajar la imitación inducida son las máximas a perseguir, en esta etapa crecen las orientaciones para vosotros ya que el mayor trabajo es vuestro para que podáis dotar y facilitar todo aquello que necesite para mejorar y estimular los aspectos necesarios.
A partir de los 4 años, el trabajo a realizar a parte de estimular, es más de intervención y orientado en los aspectos concretos a mejorar: audición, musculatura y articulación, fonemas a mejorar, introducir o dotar de claridad, y estructura y semántica del lenguaje.
Hablando de Logopedia preventiva, el problema supone cuando aparecen las enumeraciones anteriores. Y con ello no digo que si supone un problema estemos hablando de una dificultad del menor, pero sí hablamos de un desajuste. En las intervenciones desde una perspectiva preventiva, éstas no tienen por qué incidir directamente en el pequeño sino en el grupo familiar, la intención es que los papas descubran sus capacidades y potencien sus habilidades para hacerse entender, además de estimular aquellas áreas necesarias.
Aspectos y actividades que benefician el lenguaje, y su pronunciación:
- Hablar a la altura de tu pequeño. Mírale a la cara, que él te mire a ti. Aquello que le pidas, observa qué reacción tiene en: mirada, boca y afectividad.
- Cantad canciones juntos, si son de esas en las que debes implicar gestos y movimientos mucho mejor.
- Lee cuentos con él, aunque no preste atención, aunque no se mantenga sentado, no esté cerca… Date unos días y observa si algo va cambiando. Léelos en voz alta. Señala personajes, letras y pon el acento en las emociones, vamos, saca tu lado más payaso y todo el repertorio de sonidos y gestos que tengas.
- Si es capaz de imitar, juega a eso tanto en las canciones como en el cambiador, pon caras, haz sonidos. Dale tiempo, el suficiente y necesario antes de pasar al siguiente gesto si el que acabas de hacer no lo intenta, no tengas prisa disfruta de su mirada y de sus risas. Haz gestos sencillos, cargados de cariño, esos que a veces da hasta vergüenza hacerlos ante otras personas adultas.
- Sé un buen modelo. Procura pronunciar bien, decir las cosas con la mayor claridad posible y no te enredes en muchos elementos en las frases que le propones. Claro, conciso y breve.
- Si su habla es inintelegible, o dice algunas cosas que te das cuenta que no pronuncia bien, una buena estrategia es dejarlo hablar, deja que se exprese, para después una vez termine devolverle “un resumen” en una frase o frases cortas de lo que has entendido bien pronunciado. En estas edades procura no caer en corregirlo inmediatamente o pronunciar esas palabras que repetidas infinitas veces hacen mella: “así no, se dice…”.
- Sobretodo, cualquier actividad que propongas trata que os divierta a los dos, los niños tienen un radar especial que notan a la legua cuando haces algo… por obligación, y como a toda persona les gusta que ese rato que estáis juntos sea para disfrutar y compartir. Al fin y al cabo el lenguaje sirve para eso.
Si tu caso es que tu peque aún no dice palabras y aunque no quieras lo comparas con otros pequeños, que no te invadan los nervios, la adquisición del lenguaje no es igual en todos los niños. Y siempre, siempre aparece antes la comprensión que la expresión. El vocabulario receptivo es de gran valor, antes de empezar a expresar aquello que desean. Si aún así te preocupas, no lo dudes, los logopedas estamos ahí, para valorar y orientar, tengan la edad que tengan. Así que si te da tranquilidad consulta, en las sesiones de los más peques, prácticamente siempre estáis los papas presentes.
Un abrazo, y feliz semana. ¡Gracias por estar aquí!
Referencias:
Perelló, J. 1995. Trastornos del habla. Barcelona: Masson.
Bosch, L. 2004. Evaluación fonológica del habla infantil. Barcelona: Masson.
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