Dificultades de expresión en el niño pequeño. Por Miriam Louro.
Nacemos con la necesidad de trasmitir nuestros sentimientos, emociones y pensamientos a los demás. Desde el nacimiento, mediante el llanto, el balbuceo y la sonrisa, tu bebé te está comunicando cómo se siente o bien te indica que necesita algo. Con el llanto, el pequeño te puede expresar que tiene hambre, dolor, sueño, etc.
A partir del tercer mes de vida, el bebé articula sonidos y sílabas repetidas. Es lo que se conoce como balbuceo. Los papás, en esta etapa, sois los modelos a imitar por los peques de la casa. Te está comunicando que necesita algo de tu parte. Abrázale, acaríciale, aliméntalo, cámbiale el pañal. Háblale de forma suave, el bebé intentará imitar los sonidos del adulto.
Asimismo, el bebé empezará a establecer rutinas cotidianas y reconocer a las personas con las que está diariamente. Es muy importante el vínculo comunicativo y emocional que se establece entre adulto-bebé. El pequeño empezará a seguirte con la mirada y poco a poco comprenderá que lo que tú dices tiene relación con objetos, personas, sucesos… Es el momento de intentar mantener los turnos de conversación. Concédele tiempo para que pueda expresarse, bien sea con gestos o con sonidos.
Alrededor del primer año de vida, el bebé empezará a emitir sus primeras palabras y a medida que pasa el tiempo, su vocabulario se va ampliando. Alrededor de los 18-24 meses, aparecen las primeras frases de dos elementos (papá más). Y a partir de este momento, irá añadiendo nuevos elementos a la frase, empleando un lenguaje más elaborado.
Si tienes dudas porque tu hijo no pronuncia bien y necesitas más información sobre cuándo supone un problema o cuándo debe acudir a consulta. O, por otra parte, quieres información sobre actividades que benefician el lenguaje, y su pronunciación el siguiente artículo publicado anteriormente, te puede ayudar: Mi hijo no pronuncia bien, pero aún es muy pequeño, ¿qué hago?.
Ahora bien, si encuentras que a tu hijo:
- Le cuesta movilizar la lengua, los labios o la mandíbula cuando habla.
- Suele susurrar o hablar muy bajo.
- Tiene dificultades para controlar la saliva o puede que babee.
- Su respiración no es coordinada, habla o muy rápido o muy lento
- Le cuesta masticar y/o tragar.
- Su voz es ronca y entrecortada.
Lo aconsejable es: acude a un logopeda para que lleve a cabo una valoración del habla, lenguaje, respiración, masticación y deglución para determinar el tipo y la gravedad del problema.
Si identificas esos síntomas en tu hijo, las siguientes pautas, para ir paliando la posible ansiedad por no entenderle, te pueden ayudar.
- Presta atención a lo que te quiere decir y reduce, siempre y cuando sea posible, el ruido de fondo.
- Respeta su turno de palabra, sin apresurlarle.
- Intenta mantener el contacto visual con él.
- En el caso de no comprender lo que te está diciendo, le puedes repetir la parte que hayas entendido pero no intentes acabar su mensaje. Si aún así no has entendido ese mensaje, intenta hacerle preguntas cerradas, en las cuales solo tenga que responder sí o no.
- En el caso de que esté nervioso o frustrado porque no lo entiendes, dale tiempo y espacio para que se relaje y hazle ver que no pasa nada, que entiendes que le cuesta un poco expresarse pero que estás ahí para apoyarlo y ayudarle.
- Si esa frustración y nerviosismo aumenta, puedes darle como ayuda otro método de comunicación como las ayudas gestuales o puede utilizar el lenguaje escrito si lo tiene. Intenta no abusar de este tipo de ayudas para evitar un mutismo por su parte.
En el caso de personas adultas, si conoces a alguien con las dificultades mencionadas anteriormente o si tú mismo las identificas como propias, debes ponerte en contacto con un logopeda para realizar una valoración de tu lenguaje, habla, deglución, masticación y respiración.
Bibliografía:
Rondal, J.A. 2001.El desarrollo del lenguaje. ISEP Editorial.
Serra Raventós, M. 2013. La adquisición del lenguaje. Barcelona: Ariel.
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