¡La empatía! El vínculo y las neuronas espejo.
¿Sabes que la empatía es una gran herramienta de trabajo? Te dediques a lo que te dediques lo es, pero lógicamente dentro de un marco terapéutico que es el que yo contemplo, es una herramienta de gran valor.
Personalmente es algo que me ayuda, sencillamente a comprender qué necesita quien tengo delante, y me dedico sencillamente acompañar, escuchar activamente antes de ofrecer ayuda, porque aún quedaría por determinar si la necesita, o quiere que sea la mía de forma específica, justo donde la estoy sintiendo yo. Y mediante ese baile de emociones siempre se formula la demanda de atención.
Comparto contigo un IGTV donde te hablo de la importancia que para mi tiene en la díada y el vínculo familia bebé, que puede serte útil.
Upalah es un centro de atención clínica, donde obviamente la demanda de ayuda está muy focalizada a una necesidad clara, pero como te cuento, tras muchos años de relación con personas, puedes llegar a sentir que siempre hay aspectos más allá, algunos relevantes con la demanda, otros no tanto. Y no es que me proponga solucionarlos todos, nada más lejos, pero sí los contemplo y eso es lo que hace única nuestra relación, contemplar los pequeños y grandes detalles que se entrelazan en nuestro vínculo.
Y todo eso, es gracias a la empatía, realmente es algo más que recomendable y muy saludable, afortunadamente se podría decir que es innata en nosotros, porque nacemos con esta capacidad, pero es algo que se desarrolla con el contacto interpersonal principalmente.
El origen biológico de la empatía son las neuronas espejo (G. Rizzolatti, 1996), nacemos con esta capacidad, y la puedes observar en el famoso contagio del llanto en los bebés, aunque es una rudimentaria expresión empática (Sagi y Hoffman, 1976). Lo que conocemos como empatía los adultos, hace su aparición sobre los 18-24 meses de edad, cuando se empieza a tener la noción del YO diferenciado del otro, lo puedes observar en manifestaciones de consuelo ante el llanto de otros niños, o el ir a buscar a mamá para que atienda lo que le sucede al otro niño, ofrecer un juguete, incluso un beso o un abrazo. Y eso también despierta en ti la ternura. Gracias a la empatía, nuestras visión del mundo está marcada por la cultura en que crecemos y por la diversidad de contactos que realizamos con nuestro entorno.
Baron-Cohen en su libro “Zero Degrees of Empathy” habla de diferentes niveles o grados de empatía, de los cuales se extraen dos formas de empatía, aquella que nos hace reaccionar emocionalmente, y aquella que a través de los signos y expresiones en el otro comprendemos lo que piensa o siente. Hablaríamos de empatía afectiva y empatía cognitiva, que coexisten y funcionan de forma unida. Ambas, con un recorrido por zonas cerebrales diferentes. La empatía afectiva se organiza en el sistema límbico, donde mayoritariamente se regulan las emociones.
La empatía cognitiva se estructura en zonas de la corteza cerebral, donde las neuronas espejo median en conductas de imitación, por ejemplo. Y las neuronas espejo se localizan en la parte frontal del hemisferio izquierdo del cerebro, en el área de Broca, área conocida por los logopedas porque se relaciona con la capacidad para el lenguaje. Con lo que al escuchar hablar a alguien y verle gesticular, las neuronas espejo activan el área de Broca y las regiones del cerebro encargadas de mover los músculos fonadores, así que es como si nosotros mismos estuviéramos hablando.
Y cada vez que recuerdo esto, es cuando en consulta tengo una mamá, articulando conjuntamente con su pequeño cuando él intenta hablar o pronunciar correctamente. ¿No es maravilloso? Allí donde se observa con ternura el despegar del lenguaje, es donde tiene una mayor presencia de actividad de nuestras neuronas espejo y de la empatía, y se ponen en funcionamiento esas conductas de imitación.
Para quienes se estén preguntando qué sucede en personas con TGD, o personas con autismo; decir que mantienen una alta empatía afectiva, un tipo de empatía que registra y siente aquello que reconoce, pero existe una dificultad mayor que se encuentra en diferenciar lo que es propio de lo que no, pudiendo llegar a sentir como propio aquello que viene de fuera. Y debido a las dificultades que pueden presentar en la organización motora, en el reconocimiento de los movimientos del otro en su propio plano corporal, en la respuesta ante estímulos que despiertan las emociones, pues puede llegar a sorprendernos, tanto por exceso como por defecto, dado que la gestión de las emociones es algo muy difícil y hay caracteres que somos más de enfrentarlas, reaccionando hacia afuera, y otros algo más huidizos, o situaciones que nos sobrepasan en que la reacción y la explosión es hacia dentro. En el blog, si te interesa tienes algunos artículos sobre autismo, por si quieres conocer un poco más a personas tan apasionantes como ellos.
La empatía cognitiva, por fortuna, se puede acompañar a desarrollarse. En la comunicación existen diversos factores no verbales que atender, como el tono y volumen de voz, inflexiones en la melodía, gestos en la cara, cuerpo y manos, la postura y la distancia corporal, la presencia o ausencia de sonrisa, el contacto visual y la calidad del mismo, y el contacto físico. Sí! Todos estos factores son los que nuestro cerebro registra, casi sin darnos cuenta; factores que son los que nos ayudan a comprobar la coherencia entre lo que se dice y lo que se ve.
Desde la logopedia, reconocer éstos mediante imágenes es lo que nos sitúa en el análisis de la empatía cognitiva. Pero para poder realizar el puente entre una y otra, la dramatización en los juegos, bien sean simbólicos o corporales, el acompañamiento verbal a las expresiones emocionales, puede potenciar la posibilidad de conectar más y mejor ambos tipos de empatía.
Una de las zonas que entra en funcionamiento cuando las neuronas espejo se activan, es justo donde se unen ambos hemisferios cerebrales, es también una zona que se activa cuando el cerebro nos señala posibles peligros. Esta zona desarrolla todo su potencial cuando las acciones que observamos son presenciales, ya que la distancia entre la persona y el suceso hace que se diluyan estas capacidades. Es por este motivo, que la actividad terapéutica en sí, se realiza en la interacción y en el vínculo creado. Por fortuna cada vez más profesionales, de cualquier rama, se dan cuenta de esto, y se prioriza la relación y la estimulación del bienestar con las actividades a realizar, para acompañar el desarrollo respetando ritmos propios y únicos. De ahí que cuidamos mucho cuando se nos presenta una consulta online, la necesidad de buscar un contacto presencial, sea por nuestra parte o por la de otros, y es por ese motivo que no todos los casos son sensibles de este servicio, pero caso por caso, familia por familia, ya que cada persona es única.
Daniel Goleman (1996) autor del libro Inteligencia Emocional, nos da la clave: escuchar activamente es la clave de la empatía. Escuchar y entender desde el punto de vista de quien habla: su lenguaje corporal, su cinestesia en gestos faciales, contexto, distancia desde la que emite, la existencia de lenguaje icónico que pueda envolver a la persona, y los posibles sentimientos y emociones que logremos reconocer. Sólo así, poniéndonos en la piel, podemos dar una respuesta ajustada cognitiva y afectivamente. Algo primordial en una relación terapéutica, ¿no crees?.
Aunque como personas que somos los terapeutas, tenemos fallos en nuestro sistema empático, por razones ajenas a la propia relación. Y cuando sucede alguno de estos desajustes es importante revisarse, acoger aquello que nos suceda y buscar qué deseamos hacer con todo lo que aflora. Pero es positivo ser capaz de reconocer que es algo que sucede diferenciado de la otra persona. Así que, pensar en quien tienes delante es importante, porque puede no llegar a entender esa diferencia.
Existe una viñeta muy divertida que quiero compartir contigo sobre la Empatía vs Simpatía, quizá puede ayudarte a observar diferencias en la forma de aproximarse al otro, y puedas tener en mente en alguna situación delicada, seas o no terapeuta. En el vídeo Brené Brown narra, de una forma muy divertida, los 4 atributos que Theresa Wiseman recoge en su estudio sobre la empatía:
- Tomar la perspectiva de otros, reconociendo que cada persona tiene formas diferentes de ver el mundo y su perspectiva es también su verdad.
- Alejar el juicio. Siendo capaces de ver la perspectiva del otro sin interponer la nuestra propia como base de la búsqueda de soluciones.
- Reconocer las emociones de la otra persona.
- Comunicar con todos estos sentimientos en cuenta.
Espero que este artículo te sea de ayuda, en todos mis años de trabajo es la herramienta más potente dentro y fuera de las sesiones que tengo; para mí ser consciente que adaptar y estructurar con mimo las actividades es básico, y lograr presentar nuevas en la medida que se pueda sostener, para poder realizar cambios significativos. En definitiva empatizar con el sentir de quien tienes delante.
Gracias por leer y por estar al otro lado.
Referencias:
- Baron-Cohen, Simon. (2012). Zero Degrees of Empathy. UK: Penguin
- Goleman, Daniel. (1996). Barcelona: Kairos.
- Rizzolatti, Giacomo; Sinigaglia, Corrado. (2006) Las neuronas espejo: los mecanismos de la empatía emocional. Paidos Ibérica.
- Iacoboni, Marco. (2009). Las neuronas espejo: empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de como entendemos a los otros. (2009). Madrid: Katz.
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