Tu lenguaje interno, el diálogo con tu cuerpo y sus percepciones.

En más de una ocasión he escuchado la siguiente frase: “lo que tu boca calla, el cuerpo habla”, desde el punto de vista literal me resulta simpática. Desde el punto de vista psicolingüístico, me llena de confusión, porque el silencio a ejercer debe ser tan activo, tan imperioso como para crear un conflicto tan grande que ¿el cuerpo debe gritar para que nos enteremos?

 

Me llena de confusión por el hecho que nuestro cuerpo debe gritar, para que nos demos cuenta que algo en relación con el mundo no está yendo bien en nosotros. Y en ocasiones así sucede, tendemos a apurar hasta el último aliento antes de detenernos a respirar. ¿Qué hace la mente en esos casos? Pues, lo que tiene aprehendido, o bien se dedica a seguir con el objetivo marcado en el fuera de sí, o bien se detiene a observar y pone remedio o parche en el dentro de mí. Pero cuando el aviso se traduce en un malestar continuado (no hablo de enfermedad), hay que poner remedio a parte de siguiendo indicaciones terapéuticas por parte del profesional indicado, afrontarlo haciendo cambios en el diálogo que tu cuerpo tiene con las percepciones que le proporcionas día a día, para saber dónde ha sucedido el desajuste y cuidarlo. Porque cambiar costumbres aprehendidas es de lo más difícil que hay para un adulto, aunque no es imposible.

 

A todo adulto con el que trabajo les comento ávidamente: “el cuerpo recuerda”, tiene memoria para los movimientos y las huellas emocionales. Por tanto regresar a movimientos de salud, retomando posturas y siendo conscientes de cómo nos hace sentir resulta un gran trampolín para regresar a los buenos hábitos, sobretodo si detectamos el momento en que nuestro cuerpo no toma un buen camino.

 

Existe un componente orgánico, para las disfunciones que atiende un Logopeda, en su gran mayoría atendemos desde un plano organofísico, es nuestra labor y ejercicio. Lo que para mí tiene mucha importancia también, es tratar de entender lo que los logopedas llamamos factores “desencadenantes” y los “favorecedores” de un trastorno o dificultad. No diagnosticar el motivo emocional por el cual suceden muchos mecanismos físicos, pero sí detectar qué emoción no se está liberando, cuál está tomando protagonismo, y por encima de todo, no juzgo, simplemente observo y en ocasiones, trato de ayudar a ver ese reflejo. Es decisión de la persona, qué hacer con él, muchos casos de voz han sido acompañados por un psicólogo, casos de dificultades de comunicación y lenguaje en la infancia también, para ayudar tanto en el engranaje interno de desbloquear y construir, como en el engranaje familiar de acompañar y comprender. Porque muchas veces las sesiones se quedan cortas, mi mirada es hacia el paciente, y sigo su camino, su proceso, sin olvidar su entorno, pero ni puedo, ni debo acompañarlos a todos por igual.

 

Cuando es un adulto en sesión, como en los casos de voz, el trabajo de conciencia no sólo lo despiertan mis palabras, el cambio en una postura conlleva muchas veces un cambio en la relación de esa postura con la actitud ante la vida, es su propio cuerpo quien les guía a necesidades y cambios, su cuerpo es un gran trampolín que les guía a la salud en otros planos. Le Huche, ya hizo sus primeros estudios relacionando las técnicas de relajación con los conceptos y funciones jungianas que Diénal aportaba en sus conferencias de psicología.

 

Como he comentado, en ocasiones el psicólogo se hace presente cuando se desborda la emoción o se bloquea de tal manera que impide avanzar, y se requiere que la mirada esté presente justamente ahí, en poner orden a esa emoción, para que el cuerpo siga con el camino de salud que desea hacer. A veces, tras tanto bloqueado, el cuerpo necesita una ayuda más allá de ejercicios, posturas y alguna que otra manipulación, el cuerpo necesita ser mirado como un ente más allá de la persona, necesita ser cuidado, mimado, amado y… escuchado. Es cuando se recurre a la ayuda de Fisioterapeutas, Osteópatas o Quiromasajistas, según el estilo y necesidades de cada uno, de cada momento.

 

Os comenté en “El arte de apreciar las pequeñas cosas” que: mientras no seamos conscientes de esas pequeñas cosas que nos distancian de la salud, no seamos conscientes del estado de nuestro cuerpo y nuestra emoción mientras experimentamos situaciones diversas, iremos adquiriendo hábitos distanciándonos poco a poco de la salud.

 

Con David, Quiromasajista, estamos tratando de preparar algo bonito, algo dulce y vivencial para repartir salud y mimo. Justamente, porque cuando el cuerpo adolece, y el músculo se queja el Quiromasajista lo acoje, es un diálogo con sus manos, sabe qué necesita tu cuerpo, tu músculo, y consecuentemente tu estado de ánimo y emoción se ven liberados; puede que durante el masaje o después, aparezca el llanto, puede que surja el agradecimiento, el sueño, el hambre o simplemente el bienestar te invada como una sensación de calorcito en tu corazón. Una vez sales liberada de cargas y contracturas, es tu opción aprender sobre lo vivido con tu cuerpo y poner remedio, de ahí que la intervención paralela, ayuda en gran medida a instaurar cambios, y sobretodo a reconocer en uno el bienestar y qué debe hacer por SU cuerpo para mantenerlo.

 

Así, que cuando sientas dolor localizado, cuando notes que tu cuerpo está cansado o no responde de igual manera que acostumbra; no sólo trates de “curarlo”, escúchalo, mímalo, atiéndelo porque puede ser el reflejo de algo en tu vida o en tus pensamientos que lo esté doblegando. Y ojo, con esto no quiero decir que toda enfermedad su causa principal sea la disociación entre cuerpo y mente que hacemos para seguir la linealidad que la vida nos marca. No quisiera dar lugar a confusión.

 

Lo que trato de decir es que cuando tu cuerpo te llame la atención, indaga en conocer qué lo ha llevado hasta ahí, bien con ayuda o sin ella, andando el mismo camino o tomando otros, regrésalo hasta que te vuelva a invadir la sensación de bienestar. No la dejes escapar, la mereces, y en tus manos está abrazarla.

 

Referencias bibliográficas:

Bustos, I. (1995). Tratamiento de los problemas de la voz. Madrid: CEPE.

Le Huche, F. (1993). La voz. Anatomía y Fisiología. Madrid, París: MASSON.

 

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